Merece la pena bajar al sur para explorar la que para muchos es la parte menos conocida de Italia: la Puglia (Apulia en español), el tacón de la bota. Es tierra de pintorescas costas y playas, de olivares y de pueblos marcados por la historia.
Las mejores épocas para visitar la Puglia son la primavera y el otoño. Las temperaturas son agradables, ideales para recorrer los encantadores pueblos y paisajes de la región sin la aglomeración de turistas del verano.
El Gargano, Vieste y Monte Sant’Angelo
Al norte de la Puglia está el Gargano, el espolón de Italia. Es un macizo montañoso que se adentra en el Adriático, dando lugar a una península que hace de espuela de la bota. Y en el extremo del Gargano está Vieste, la localidad turística más famosa de la zona, con sus altos acantilados y sus cuevas marinas.
Un recorrido en barco para explorar la costa y las grutas es una experiencia muy recomendable.
El Gargano es Parque Nacional. Y dentro de él está la impresionante reserva natural Foresta Umbra («bosque sombrío»). En la zona de máxima protección está estrictamente prohibido el acceso, pero en otras zonas de la reserva hay senderos para recorrer a pie o en bicicleta. Si no tienes posibilidad de explorar esos senderos, al menos deberías asomarte a la Foresta Umbra en coche.
También en el Gargano, Monte Sant’Angelo es una localidad que nació en torno a un santuario altomedieval, el santuario de San Miguel Arcángel, que ha sido lugar de peregrinación desde principios de la Edad Media. Este santuario (que, por cierto, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad), se alza sobre una gran caverna que, según se supone, ya era lugar de culto pagano en la antigüedad griega y romana.
Barletta y Trani
Bajando de norte a sur (de noroeste a sureste, para ser exactos), no tardaremos mucho en llegar a Barletta, ciudad costera que cuenta con una catedral y varias iglesias románicas o románico-góticas. Una de las más interesantes es la Basílica del Santo Sepulcro, que estaba estratégicamente situada en el camino de los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa. Delante de la basílica puede verse el Coloso de Barletta, símbolo de la ciudad, que es la gigantesca estatua de un emperador romano desconocido.
Barletta tiene también un castillo, normando en su origen, rodeado de un foso y de jardines. En la actualidad alberga la biblioteca municipal, un museo y una sala de conferencias y exposiciones.
Continuando la ruta se llega a Trani, con su catedral normanda junto al mar.
La catedral de Trani es conocida como Cattedrale di San Nicola Pellegrino. Ocupa una posición aislada, en una amplia explanada que bordea el Adriático. Consta de una iglesia superior, una cripta luminosa y alta (que poco tiene que ver con nuestra idea de cripta) y un hipogeo. Es una visita imprescindible.
Bari, capital de la Puglia
Después se llega a Bari, también junto al Adriático, defendida por el impresionante Castello Svevo. El castillo, en su origen normando, fue reconstruido por Federico II Hohenstaufen en el siglo XIII. De ahí le viene el nombre por el que sigue siendo conocido (svevo=suevo; de Suabia, en el sur de Alemania). Aunque, por supuesto, ha sufrido numerosas transformaciones posteriores. Hoy le vemos rodeado de un foso y de una muralla de época aragonesa.
En la capital de Puglia es imprescindible pasear por las calles de la ciudad vieja (Bari Vecchia), junto al puerto, en la que verás pintorescas callejuelas, vetustos palacios e incluso restos romanos.
Y, de paso, visitar la Basílica de San Nicolás, otro lugar de peregrinación (que, como vemos, abundan en la Puglia). Esta iglesia fue construida en época normanda para albergar los restos del santo cuyo nombre lleva.
El Valle de Itria y Alberobello
El valle de Itria es una región kárstica que se encuentra en la zona central de la Puglia. Es la región de los trulli (singular trullo). Un trullo es una casa con muros de piedra, usualmente pintados de blanco, rematada por una gran cubierta cónica.
En el valle de Itria se encuentran las cuevas de Castellana, en la localidad de Castellana Grotte. Tienen tres kilómetros de longitud, pero es posible realizar una visita corta de solo un kilómetro. Están abiertas todo el año. La primera de las cuevas se llama la Tumba, y se comunica con el exterior a través de un lucernario natural que crea sorprendentes juegos de luz.
La localidad más pintoresca y más visitada del Valle de Itria es Alberobello, que exhibe la mayor concentración de trulli.
La particularidad de estas casas es que se levantaban sin mortero, piedra sobre piedra, Y el motivo de que comenzara a construirse de ese modo (lo que ocurrió, por cierto, en periodo aragonés) es curioso: así evitaban los condes el pago del impuesto real que gravaba los asentamientos urbanos, ya que las casas podían ser demolidas fácilmente en caso de inspección regia para ser levantadas de nuevo una vez terminada ésta. Debiendo, por lo tanto, utilizar sólo piedras, los campesinos encontraron en la forma redonda, con techo de cúpula compuesto por círculos de piedra superpuestos, la configuración más sencilla y sólida.
Otra localidad del Valle de Itria que merece una visita es Ostuni, con un casco antiguo rodeado por las murallas aragonesas en el que pueden verse diversos palacios señoriales.
La concatedral de Ostuni luce una bonita portada de estilo gótico tardío.
Lecce
Continuando camino hacia el sureste se llega a Lecce, situada ya en la parte baja del tacón.
Lecce es conocida como la Florencia del sur por el gran número de monumentos barrocos que la adornan, el más conocido de los cuales es la fachada de la Basílica de la Santa Cruz. ¿Que no te gusta el barroco? Cuando veas esa fachada es posible que empiece a gustarte.
La plaza principal de Lecce, la Piazza del Duomo, es el corazón de la ciudad y está rodeada de magníficos edificios (cómo no, barrocos), entre los que destaca la impresionante catedral o Duomo.
La Porta Napoli, una de las antiguas puertas de entrada a la ciudad, que da acceso al centro histórico, tiene forma de arco de triunfo. Fue construida en el siglo XVI en honor de Carlos V.
Lecce cuenta también con un anfiteatro romano.
Otranto
Si Lecce estaba situado en la parte baja del tacón, Otranto está ya en la suela, en el punto que marca el límite entre el mar Adriático y el Jónico.
Otranto tiene una larga y variada historia. Desde el siglo XIII perteneció a la Corona de Aragón, y se mantuvo en manos españolas hasta el XVIII.
Los dos principales atractivos de Otranto son la catedral y el castillo.
El castillo de Otranto fue construido en el siglo XV, durante el dominio aragonés, poco después de que la ciudad fuera tomada temporalmente por los turcos en 1480.
La catedral de Otranto fue construida en el siglo XI, en estilo románico normando, pero ha sufrido numerosas reconstrucciones posteriores. Su característica más famosa es el pavimento de mosaico del siglo XII que cubre todo el piso de la nave central, las laterales, el presbiterio y el ábside.
Después del breve periodo de dominio otomano, se reconstruyó la iglesia y se adornó la fachada con un rosetón gótico. Más tarde se añadió una portada principal de estilo barroco.
En la Capilla de los Mártires se muestran los huesos de los ciudadanos de Otranto decapitados por los otomanos en 1480 después de que, según cuentan las crónicas, se negaran a abandonar la fe cristiana.
Matera
Matera no está en la Puglia, sino en la región de Basilicata. Pero queda tan cerca (a sólo 65 km de Bari) que sería una lástima desaprovechar la ocasión de un viaje a la Puglia para visitarla.
El centro histórico de Matera, excavado en la montaña, ha estado habitado desde el Paleolítico. Los Sassi (literalmente «piedras») de Matera fueron el primer sitio del sur de Italia en ser incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad por representar un ecosistema urbano único, capaz de perpetuar los modos de vida de las cuevas hasta los tiempos modernos.
Los Sassi han sido escenario de muchas películas, como El Evangelio según San Mateo, de Pier Paolo Pasolini o La pasión de Cristo, de Mel Gibson.
Procura no visitar Matera en verano. Doy fe de que hace un calor asfixiante.
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