Dudábamos entre organizar el viaje alquilando coche o hacerlo con chófer-guía. Normalmente preferimos la primera opción, pero habíamos leído que en Albania se conduce muy mal, así que optamos por la segunda.
Pudimos comprobar que los albaneses conducen realmente mal: las normas de tráfico no existen para ellos. En cierta ocasión la policía pilló a nuestro conductor adelantando en prohibido y le paró, pero, después de una breve conversación cuyo contenido no puedo reproducir porque no entiendo ni una palabra de albanés, le dejó seguir sin ponerle multa. Así que no es de extrañar que nuestro conductor se saltara sistemáticamente los límites de velocidad, no respetara las líneas continuas ni las señales de prohibido adelantar, condujera por carreteras de montaña con una sola mano y hablando por el móvil, etc. No es que viajáramos muy tranquilos con él, pero me temo que para mí habría sido mucho más estresante conducir en medio de ese tipo de tráfico.
Esto que cuento es lo que vi en mi viaje, pero las cosas pueden cambiar rápidamente. Bastaría con que el gobierno y la policía de tráfico cambiaran el chip y decidieran que hay que hacer cumplir las normas para que todo lo dicho hasta aquí quede obsoleto en poco tiempo. Y como por lo demás Albania es un país seguro, si no te preocupa la conducción puedes organizar el viaje a tu aire.
Comienza el viaje a Albania
Viajamos con Alitalia vía Roma, lo más directo si vas desde España. Y desde el aeropuerto no fuimos a Tirana, sino a Krujë, una pintoresca localidad situada en la falda de una montaña. Desde nuestra habitación del hotel Panorama veíamos el minarete de la cercana mezquita, la calle del bazar y, enfrente, el castillo de Krujë. No fue una mala forma de empezar el viaje por Albania.
A la mañana siguiente subimos por la calle del bazar hasta el castillo, y visitamos el Museo de Scanderbeg, el héroe nacional de Albania que dirigió la resistencia albanesa contra los otomanos en el siglo XV, infligiéndoles una grave derrota precisamente en Krujë. Diez años después de la muerte de Scanderbeg, Krujë (y toda Albania) cayó en manos otomanas, y en ellas permaneció hasta el siglo XX.
Dejamos la ciudad para dirigirnos a Durrës, junto al Adriático. Allí vimos el gran anfiteatro romano situado en medio de la ciudad, por lo que sólo está desenterrado a medias. Sus gradas están derruidas (nos dijeron que a causa de un terremoto), así que allí queda bastante poco que ver.
Comimos junto al mar, en la zona turística de la ciudad. Mal, pero, eso sí, barato. En Albania se come (hablo, por supuesto, de las fechas de nuestro viaje, que tuvo lugar en la primavera de 2019), con cerveza y café, por 7 u 8 euros. Eso sí, normalmente tendrás que pagar en efectivo, porque el uso de la tarjeta de crédito no ha calado en el país. Imagino que en pocos años eso cambiará radicalmente, porque Albania está ganando posiciones rápidamente como destino turístico.
Luego visitamos el monasterio de Ardenica, de siglo XIII, con su iglesia ortodoxa con frescos e iconos que, al parecer, se salvó de la demolición en tiempos del dictador comunista Enver Hoxa por haber sido (supuestamente) la iglesia en la que se casó Scanderbeg.
Esa noche dormimos en Vlorë. Antes de cenar fuimos a ver la mezquita Muradie, la única mezquita otomana de la ciudad (que antes de la conquista otomana había sido una iglesia bizantina).
Butrinto
De camino a Butrinto hicimos una parada en la bahía de Porto Palermo para visitar el castillo que perteneció en el siglo XIX al famoso déspota Alí Pachá de Tepelenë (que llegó a gobernar buena parte de Albania y Grecia de forma semiindependiente del gobierno otomano).
Butrinto fue una ciudad griega, romana, bizantina y veneciana ubicada en el sur de la actual Albania, frente a la isla de Corfú, en una península situada junto al canal que comunica el lago de Butrinto con el mar Jónico. Aquí puedes ver el sitio por satélite. Butrinto fue abandonada al final de la Edad Media, después de que la zona en que estaba ubicada se volviese pantanosa e insalubre debido a la malaria.
Las ruinas que han sido desenterradas hasta la fecha están dispersas por la península y rodeadas de bosque. Es fantástico visitarlas si la meteorología acompaña.
De camino a Gjirokastra, paramos en el manantial llamado el Ojo Azul. Mereció la pena.
Gjirokastra y Apolonia
Y luego llegamos a Gjirokastra, la «ciudad de piedra» de Kadaré (que también era, por cierto, la ciudad de Enver Hoxa) y dimos un paseo por las calles en cuesta del centro, que estaban en obras: sustitución del adoquinado.
A la mañana siguiente subimos al castillo, que alberga un museo militar, y recorrimos el centro urbano, con sus casas-torre con tejados cubiertos de piedra. También visitamos la casa natal de Hoxa, reconvertida en museo etnográfico.
Luego, de camino a Berat, paramos en Apolonia, antigua ciudad griega y luego romana que fue uno de los puntos de partida de la vía Egnatia que conducía a Bizancio. Gran parte de la ciudad permanece sin excavar, y… la verdad, no hay mucho que ver allí.
Finalmente llegamos a Berat, cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco junto con el de Gjirokastra.
Berat, la joya de Albania
Nuestro hotel era el Mangalemi, situado en pleno centro de la ciudad antigua de Berat, en el barrio de Mangalem. En el viaje nos alojamos en hoteles buenos, regulares y malos; éste fue el que mejor recuerdo nos dejó. Su ubicación es inmejorable y está construido en estilo tradicional (piedra y madera) sobre las ruinas de unas viejas mansiones otomanas.
El centro antiguo de Berat está dividido en tres barrios. El primero es Mangalem, construido en la ladera de una colina que desciende hasta el río Osum. La tarde de nuestra llegada estuvimos recorriendo este barrio, cuyo aspecto general puedes ver en la primera foto de esta entrada. El segundo de los barrios antiguos es Kalaja (término que significa castillo). El barrio de Kalaja está encerrado entre las murallas de la ciudadela que hay en la cima de la colina. Este barrio lo visitamos en la mañana siguiente. Allí, en la iglesia de la Dormición de Santa María, está el museo nacional de iconografía Onufri, que toma su nombre del más famoso pintor de iconos albanés (que vivió en el siglo XVI). Desde las alturas de Kalaja, la vista del río y del barrio antiguo de Gorica, situado en la otra ribera, frente a Mangalem, es impresionante.
Antes de partir hacia Elbasan y Macedonia del Norte estuvimos paseando también por el barrio de Gorica.
Tirana
Dos días después estábamos de vuelta de nuestra breve incursión en Macedonia del Norte. Hicimos noche en la ciudad de Korçë, cerca del barrio del viejo bazar, recién rehabilitado y convertido en una zona de bares y restaurantes, con un antiguo caravasar convertido en hotel…
El día siguiente era el de nuestra llegada a Tirana. Lo primero que visitamos fue el búnker antiatómico construido en tiempos de Enver Hoxa para la cúpula del régimen y el ejército, con más de 100 habitaciones (entre ellas, un teatro) distribuidas a lo largo de interminables pasillos. Hoy, el búnker ha sido convertido en museo bajo el nombre de Bunk’art 1. Está fuera de la ciudad, pero merece la pena visitarlo. Es impresionante. Y terrorífico.
El resto del día lo dedicamos a recorrer la ciudad. El centro de Tirana sigue siendo la plaza Scanderbeg, que en las últimas décadas ha ido perdiendo su aire «soviético». La capital me pareció una ciudad moderna y agradable.
Por cierto, también los restos del castillo de Tirana, Kalaja e Tiranës, como el bazar de Korçë, han sido convertidos en zona comercial y de bares. Signo de los tiempos.
Busca alojamiento y contrata actividades