Cae la tarde en Marrakech, y la plaza de la Yemaa el-Fna se llena de narradores de historias, adivinos, encantadores de serpientes, músicos, saltimbanquis y curanderos. Sin salir de la plaza puedes comprar dátiles, fruta y mil y una cosas más, cenar en un chiringuito humeante o hacer que te decoren la manos con henna.
La plaza de la Yemaa ha sido reconocida por la UNESCO como patrimonio oral de la humanidad.
El minarete que se ve al fondo es, por supuesto, el de la Kutubia.
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