Desde que se construyó el puente internacional sobre el Guadiana en Ayamonte, el Algarve queda a un paso de Andalucía. Exáctamente a 136 Km. de Sevilla por autovía.
Muchas, muchas veces ha viajado al Algarve desde Málaga en temporada baja quien escribe estas líneas, remolcando una caravana, para pasar puentes o fines de semana en el camping de Olhao (cerca de Faro). Enclavado en el Parque Natural de Ría Formosa, este camping es la residencia de invierno de muchos jubilados europeos, que pasan allí largas temporadas. Por poco dinero, se libran de la oscuridad invernal y el frío de sus países de origen. Siempre he pensado que tienen buen gusto.
El Algarve, destino de invierno
El Algarve, en verano, está hasta los topes de turistas. Sólo es aconsejable para quien busque playa, discotecas y ambiente nocturno.
Pero en invierno, con su clima suave y soleado, sus acantilados, sus marismas y sus montañas, es un paraíso que pueden disfrutar otro tipo de viajeros.
Algunas de las cosas que pueden hacerse en el Algarve en esta época son:
- Recorrer Vila Adentro (la antigua ciudad medieval de Faro, encerrada en sus murallas árabes) y contemplar sus estrechas calles y sus plazas sin la presencia de turistas.
- Comer los riquísimos pescados grelhados (al carbón) típicos de la región, a unos precios que, salvo que seas un tacaño incorregible, te parecerán muy ajustados.
- Contemplar el mar desde uno de los extremos de Europa (el cabo San Vicente), en medio de un paisaje atlántico casi virgen todavía (aunque no sé por cuánto tiempo).
- Caminar por las playas, los acantilados, las salinas o las montañas del Algarve sin sufrir los calores y los agobios veraniegos.
- Visitar bonitos pueblos y agradables pequeñas ciudades, entre los cuales, aparte de Faro, citaré Silves, Tavira, Albufeira, Olhao, Estoi, Castro Marim, Cacela Velha…
- Alojarse en buenos hoteles a precios muy razonables.
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