En Menorca se empezó a promocionar el turismo más tarde que las otras islas del archipiélago balear, y eso tiene sus ventajas: paisajes mejor conservados, menos aglomeraciones…
Por otro lado, la isla tiene sus peculiaridades: en el siglo XVIII, estuvo durante mucho tiempo bajo el dominio de Inglaterra y, por un período menor, bajo el de Francia. Ambos países dejaron allí su huella, que persiste hoy y contribuye a hacer de Menorca un lugar muy especial.