En Menorca se empezó a promocionar el turismo más tarde que las otras islas del archipiélago balear, y eso tiene sus ventajas: paisajes mejor conservados, menos aglomeraciones…
Por otro lado, la isla tiene sus peculiaridades: en el siglo XVIII, estuvo durante mucho tiempo bajo el dominio de Inglaterra y, por un período menor, bajo el de Francia. Ambos países dejaron allí su huella, que persiste hoy y contribuye a hacer de Menorca un lugar muy especial.
Los imprescindibles
1. Nadie puede irse de Menorca sin haber visitado al menos una de sus calas vírgenes (o casi). Por ejemplo, Cala Mitjana, en el sur, muy cerca de la urbanizada Cala Galdana. Si vas fuera de temporada puedes estar allí completamente solo.
Claro que, en temporada, Cala Mitjana puede estar a tope de bañistas, porque tiene un parking habilitado (lo verás poco antes de entrar en Cala Galdana) desde el que se llega caminando en sólo 20 minutos. Una alternativa a caminar desde el parking es hacerlo desde el Carrer Camí de Cavalls de Cala Galdana, de donde parte un sendero señalizado, pero no pienso hacerme responsable si no encuentras allí un hueco para aparcar en temporada alta. Este sendero, por cierto, forma parte del Camí de Cavalls (camino de caballos), un conjunto de senderos que circunvala la isla.
2. Ciudadela o Ciutadella, que fue capital de la isla antes de que los ingleses la sustituyeran por Mahón. Ciudadela tiene un encantador casco histórico, formado por tranquilas calles medievales. Junto a la Plaça des Born (en la que destaca el ayuntamiento, de estilo neogótico, y, frente a él, un par de palacios del siglo XIX) está el pequeño puerto natural de la ciudad. Puedes aprovechar la visita a Ciudadela para acercarte a Cala Morell y contemplar sus rocas de curiosas formas. Si lo haces, no olvides parar en la Necrópolis de Cala Morell, un conjunto de cuevas artificiales excavadas en la roca que se utilizaron como lugar de enterramiento desde la Edad del Bronce hasta del siglo II de nuestra era. La visita es gratis, y hay una zona de aparcamiento cerca de la entrada. Claro que, si viajas en temporada alta, probablemente no encuentres allí sitio para aparcar y tengas que buscarlo en la cercana urbanización.
3. Imprescindible es también llegar hasta Cap Favaritx. Allí hay un faro, aislado de la civilización, en medio de un impresionante y abrupto paisaje de pizarra negra. Es uno de los diversos faros que se pueden visitar en Menorca.
4. No se te ocurra decir que has estado en la isla y no has probado la caldereta de langosta. El sitio donde, según dice todo el mundo, mejor preparan este guiso tradicional menorquín es Fornells, no lejos de Cap Favaritx y cerca de otro cabo con faro, el Cap de Cavalleria. Eso sí, antes de decidirte por un restaurante compara precios (a no ser que no te importe dejar la VISA pataleando). En Fornells hay muchos. Encontrarás alguno que tiene un menú de caldereta de langosta a precio fijo, aunque no barato.
5. También hay que visitar Mahón, la capital, una pequeña ciudad en la que se nota la influencia inglesa. Y asomarse a su puerto, uno de los puertos naturales más grandes del mundo (con más de seis kilómetros de longitud). En su interior hay cuatro islas, las mayor de las cuales es la del Lazareto. La bocana del puerto está guardada por enormes fortalezas, que nos hablan de las batallas que allí se libraron en otros tiempos.
6. Por último, es obligatorio visitar alguno de los numerosos yacimientos arqueológicos que hay en la isla, y echar una ojeada a los talayots, las navetas, las taulas y las salas hipóstilas. En algunos casos la visita es gratuita y en otros de pago.
Otros puntos de interés de Menorca
Muchos dirán que las visitas que citaré a continuación son tan importantes, si no más, que las que he citado como imprescindibles. No lo voy a discutir. Ahí va la pequeña lista:
7. ¿Te irás de Menorca sin haber visto al menos una de las fortalezas que defendían la bocana del puerto de Mahón? La Fortaleza de Isabel II, que recibe el nombre de La Mola, es enorme. Puedes muy bien dedicarle un par de horas. El recorrido tiene algunos tramos subterráneos, pero si vas en verano tendrás que protegerte del sol. El Fuerte de Marlborough, construido por los ingleses en el siglo XVIII, está excavado en la roca, y el recorrido, amenizado con efectos visuales y sonoros, se hace fundamentalmente por galerías y salas subterráneas.
8. S’Albufera des Grau es un extenso parque natural (en el que, por cierto, está incluido el cabo de Favaritx). La albufera propiamente dicha es una gran laguna en la que pueden obsevarse gran número de aves acuáticas. Antes de iniciar la visita es conveniente parar en el Centro de Recepción, situado en la carretera de Mahón a Es Grau, para informarse de los diversos recorridos que pueden realizarse a pie por el parque. El que probablemente sea el más interesante (para un visitante no ornitólogo) se inicia junto al parking que hay al lado de un campo de fútbol, a la entrada de Es Grau, y desemboca en la playa de ese núcleo costero.
9. Otra de las calas urbanizadas de Menorca es Cala en Porter, rodeada de acantilados. Es muy conocida porque en uno de esos acantilados se encuentra la cova d’en Xoroi, una cueva natural que alberga un bar/discoteca. Si llegas allí fuera del horario de apertura o, simplemente, no quieres entrar en el establecimiento, puedes continuar un trecho por la carretera de acceso para contemplar el impresionante acantilado. Eso, sí, no verás la cueva propiamente dicha, abierta al mar.
10. No sólo las ciudades de Ciutadella y Mahón merecen una visita en Menorca. También tienen bonitos cascos urbanos otras, como Alaior (en cuyo término municipal, por cierto, se encuentra Cala en Porter), que es la sede de la extensión menorquina de la Universidad de las Islas Baleares.
11. Y no nos olvidemos de Es Castell, ciudad fundada por los ingleses con el nombre de Georgetown. Ni de Sant Lluis, fundada por los franceses, que tiene una encantadora calle principal presidida por un molino de viento.
12. Si te sobra tiempo, puedes visitar las Pedreres de S’Hostal antiguas canteras cercanas a Ciutadella que dejaron de explotarse en 1994 y fueron convertidas en un jardín botánico muy especial. Te perderás entre paredes verticales de piedra.
Cuándo ir a Menorca
La temporada empieza en mayo y termina en octubre, aunque la afluencia turística se concentra en los meses de julio y agosto. Fuera de temporada, olvídate de la playa y el baño, pero también de las aglomeraciones, los atascos y el estrés. Menorca es en esos meses una isla tranquila en la que (casi) sólo se ve un tipo de turista: el del Imserso. Los empresarios del sector turístico lo tienen dificil para desestacionalizar la afluencia turística, porque el clima no ayuda. Pero, si no eres de los que buscan sol y playa… ya sabes: tranquilidad, precios bajos y un relativamente suave otoño-invierno mediterráneo. Eso es Menorca en temporada baja.
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