Songjiang es hoy uno de los distritos en que se divide Shanghai, la ciudad más poblada de China (que es, además, la capital comercial y financiera del país). En el siglo XIII ocurría justamente lo contrario: Shanghai era un distrito de Sonjiang. En esa época se construyó la mezquita de Songjiang, que está de nuevo abierta al culto y que puede visitarse (salvo que lo intentes durante el Ramadán, como me ocurrió a mí, razón por la cual no verás fotos de la mezquita en esta entrada). Además de la mezquita, Songjiang posee otras atracciones, poco conocidas y que, gracias a ello, pueden visitarse sin colas ni agobios: la pagoda Xilin y el jardín chino Zuibaichi.
El jardín chino de Songjiang
El jardín está junto a la estación de metro que lleva su nombre: Zuibaichi Park. Los rótulos del metro de Shanghai están en chino y en inglés, así que no hay excusa para perderse. Esta estación es la penúltima de la línea 9, que termina en la Songjiang South Railway Station, estación de ferrocarril de la que parten los trenes hacia Hangzhou. A poca distancia caminando está la mezquita, y unos centenares de metros más lejos la pagoda.
Si quieres ver un jardín chino tranquilamente, disfrutándolo casi como hubieras retrocedido varios siglos y fueras su propietario, tu oportunidad está en Zuibaichi. Es un jardín de buen tamaño, que data del siglo XVIII y fue construido siguiendo el estilo de los jardines chinos tradicionales: agua (mucha agua), puentes, pabellones, senderos que serpentean entre árboles y otras plantas, rocas como elementos decorativos… Yo disfruté más en Zuibaichi que en el famosísimo jardín Yuyuan de Shanghai o en el del Administrador Humilde de Souzhou, que es patrimonio de la Humanidad. Claro que tuvo mucho que ver con ello el que me viera obligado a recorrer estos últimos sumergido en una multitud de visitantes.
La Pagoda Xilin
También es muy interesante el complejo del templo budista de Xilin, en cuyo centro se alza la estructura de madera y ladrillos de la pagoda de siete pisos, construida originalmente hace unos 700 años. No importa si cuando llegues no han colocado aún ningún rótulo en inglés sobre el ventanuco de la taquilla que se abre en el muro, cerca de la entrada: pásate por allí para adquirir el ticket. No es caro y merece la pena. Arriba puedes ver algunas fotos.