Xi’an, antigua capital de China y punto inicial de la ruta de la seda, es una ciudad de más de tres millones de habitantes que crece a velocidad vertiginosa. Sus extrarradios están llenos de altísimos edificios de viviendas, recién construidos o en construcción, fruto de la burbuja inmobiliaria galopante que vive el país. De la vieja Xi’an queda poco, como del viejo Pekín. Quedan, eso sí, las antiguas murallas, restauradas, sepultadas en el interior del casco urbano.
En los alrededores de la ciudad está el famosísimo Ejército de Terracota del Emperador Qin, integrado por miles de soldados, caballeros, arqueros y carros de combate de tamaño natural. Impresionante.
La Pagoda de la Oca Salvaje o del Ganso Salvaje, contruida originalmente en el siglo VII para albergar una serie de escritos budistas y reconstruida a comienzos del siglo VIII, es otro de los lugares a visitar. La estructura actual de la pagoda consta de siete pisos.
Xi’an y la herencia de la ruta de la seda
En la ciudad, punto de partida de la ruta de la seda, habitaban ya musulmanes poco después del nacimiento del Islam. Hoy, Xi’an sigue contando con una minoría musulmana y con un barrio musulmán, que se levanta en torno a la Gran Mezquita.
La Gran Mezquita consta de un conjunto de edificios, entre ellos el que alberga la sala de oración, situados en una zona ajardinada.