La ciudad china de Suzhou está al oeste de Shanghai, en el entorno de la desembocadura del Yangtsé, en un maremágnum de lagos y canales. Es zona de mucha agua. Y de lluvias.
Suzhou es una ciudad muy antigua y encierra importantes tesoros. Se puede visitar desde Shanghai, yendo y viniendo (en tren) en el día, pero merece que se le dedique más tiempo.
Si llegas en tren, lo primero que verás al salir de la estación es el foso y la muralla de la ciudad antigua.
La ciudad amurallada tiene forma rectangular, y tú te encontrarás en ese momento en el exterior del lado norte del rectángulo. Si atraviesas el foso y penetras en su interior, pronto verás asomar sobre los tejados la pagoda del Templo del Norte. Podrás visitarla si tienes más suerte que yo (estaba cerrada en las fechas de mi viaje). Si sigues caminando hacia el sur llegarás al centro de la ciudad, comercial y animado. Allí, en la calle Guanqian, está el Templo del Misterio, un templo taoísta del siglo IV reconstruido en el XII. Está abierto al culto.
Los jardines de Suzhou
Suzhou es famosa, sobre todo, por sus jardines clásicos, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El concepto chino de jardín no coincide con el nuestro: para ellos, un jardín es un armonioso conjunto de rocas, agua, pabellones y plantas. Probablemente encuentres los jardines de Suzhou excesivamente concurridos, pero sería un sacrilegio que te fueras de la ciudad sin haber visitado alguno.
Suzhou, ciudad de canales
Y también es imprescindible un recorrido a pie o en barca por los canales de la ciudad vieja. A veces se lee que Suzhou es la Venecia de Oriente. Lo cierto es que las dos ciudades sólo se parecen en que ambas están atravesadas por canales, pero eso no implica que Suzhou no merezca ser recorrida despacio, dedicándole el tiempo necesario. Un paseo por la calle peatonal Pingjiang, que sube desde la zona oriental del centro de la ciudad hasta las cercanías del jardín del Administrador Humilde, es obligatorio. La calle discurre junto a un canal. Cualquier hora es buena para pasear por ella. En tu recorrido por la calle Pingjiang encontrarás rincones encantadores, pequeños comercios, lugares para comer o beber… y quizá demasiados turistas. Pero ese es el precio que hay que pagar por ver una de las calles más famosas de toda China.
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