El ribat de Monastir

Ribat de Monastir
El ribat de Monastir

Luis Pancorbo ha publicado recientemente en ElViajero.ElPais.com un artículo titulado El plató de ‘La vida de Brian’. El título hace referencia al Ribat de Monastir (Túnez), que fue una de las localizaciones en las que se rodó la famosa película de los Monty Python (si no sabes de qué película estoy hablando, es probable que seas demasiado joven). El artículo de Pancorbo, cuya lectura recomiendo, me ha traído algunos recuerdos, de los que voy a dar cuenta en esta breve entrada.

Un ribat es una fortaleza-monasterio destinada a ser habitada y defendida por musulmanes que eran a la vez monjes y soldados. En el Magreb hay muchos ribats, pero el mayor de todos ellos es el de Monastir, que data del siglo VIII, aunque fue agrandado y fortificado posteriormente en diversas ocasiones (la última vez en el siglo XVIII). El ribat de Monastir está a orillas del Mediterráneo, junto a uno de esos luminosos cementerios marinos de Túnez en los que casi, casi le entran ganas a uno de pedir plaza. Quien pidió plaza en ese cementerio, por cierto, fue Burguiba, el que fuera primer presidente de la República de Túnez: se hizo construir un gran mausoleo en medio de las tumbas. Para algo era presidente. Hoy, el Mausoleo de Burguiba es uno de los atractivos turísticos de Monastir.

Monastir: cementerio y ribat
Monastir: el cementerio marino y el ribat

Volviendo al ribat, diré que es de un tamaño considerable; que está perfectamente conservado; que tiene una atalaya (o torre vigía) que puede resultar muy peligrosa; y que merece una visita, desde luego. Y ya que estás allí, después de ver el ribat podrás pasear por la playa y el cementerio y, ¿por qué no?, hacerle una visita al viejo Burguiba en su mausoleo.

¿Que por qué digo que la atalaya del ribat de Monastir puede resultar peligrosa? Imagínate que subes los empinados y numerosos escalones que llevan a la cima, cargando con tu cámara fotográfica. Cuesta lo suyo. Subes los últimos peldaños viendo ya la luz y con la cámara preparada. Estás arriba. Te vuelves a izquierda y derecha, un poco deslumbrado, mirando por el objetivo el mar, la playa, las murallas y el patio del ribat, el cementerio…, das un par de pasos atrás…
Bueno, menos mal que sólo has dado dos pasos atrás. Porque el tercero te habría hecho caer desde lo alto de la torre. Las imágenes tomadas desde abajo no permiten hacerse una idea del poco espacio que hay allí arriba para moverse, ni de la ausencia de cualquier cosa que pueda recordar una barandilla. Al menos, una barandilla decente.

Si no padeces de vértigo, la atalaya del ribat de Monastir puede ser un magnífico sitio para que experimentes por primera vez esa sensación 🙂 . No, esto último no lo digo por experiencia: yo ya había sentido vértigo muchas veces antes de subir.

Pero si no tienes intención de viajar próximamente a Túnez, puedes al menos ver el ribat en «La vida de Brian». Seguro que pasarás un buen rato.