El cierre de la puerta del Santo Sepulcro

Cierre de la puerta del Santo Sepulcro
Cerrando la puerta

Todos los días del año, al atardecer, tiene lugar en Jerusalén una curiosa ceremonia: el cierre de la puerta del Santo Sepulcro. Se trata de un ritual muy antiguo, que pone de manifiesto lo mal que se llevan entre sí las distintas comunidades cristianas con presencia en la basílica. Las principales de estas comunidades son la latina (representada por los franciscanos), la ortodoxa y la armenia, y estas son precisamente las que protagonizan la ceremonia diaria del cierre de la puerta.

Como paso previo, se coloca una escalera apoyada en la puerta. Entretanto, los últimos visitantes son desalojados del templo… Pero no todos: desde fuera puede verse que dentro queda un franciscano. También un pope… Sí, hay un representante de cada una de las iglesias. Y llegan unos muchachos con bolsas de comida, que introducen en la basílica. Está claro que los monjes van a pasar la noche dentro. Uno de cada comunidad, porque ninguna se fía de las otras.

¿Y qué comunidad es la depositaria de las llaves? ¡Ninguna! A la hora fijada para el cierre llega un musulmán, perteneciente a una ilustre familia que tiene asignada esta función desde tiempos remotos. La puerta se cierra, el musulmán se sube en la escalera (la cerradura está muy alta) y hace girar la llave. Luego, el musulmán introduce la escalera a través de una trampilla que hay en la puerta.

Luego, el musulmán introduce la escalera a través de una trampilla que hay en la puerta.
Introduciendo la escalera por la trampilla

Se cierra la trampilla, y el guardián de la llave se aleja: los monjes han quedado encerrados en el interior, con las bolsas de comida y con la escalera. Nadie podrá abrir la puerta hasta que, a la mañana siguiente, acuda el musulmán con la llave y los monjes le devuelvan la escalera a través de la trampilla.

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